Este 17 de noviembre celebramos el Día Mundial del Emprendimiento Femenino, fecha que nos llama a reflexionar sobre la importancia que tiene el avance de la mujer en este ámbito como motor de movilidad social, especialmente en países en vías de desarrollo como el nuestro.
Según el informe de la Cuarta Encuesta de Microemprendimiento del Ministerio de Economía, de marzo de 2016, en Chile hay 1.865.860 emprendedores, de los cuales 709.933 son mujeres, lo que representa un 38,1%. Consultadas por los motivos de su emprendimiento, la principal razón (30,9%) para iniciar este camino son las “responsabilidades familiares”, lo que está muy relacionado con que un 50,3% de ellas señala que sus negocios funcionan al interior del hogar.
En cuanto a las dificultades para el desarrollo de sus emprendimientos, el 31,8% de las mujeres encuestadas señaló la falta de financiamiento como principal limitante. De hecho, la mayor fuente de recursos proviene de ellas mismas (66,4%) o de préstamos de amigos y familiares (11,1%). Es decir, no aparecen instituciones financieras, organismos del Estado o entidades de la sociedad civil como sostenedores fundamentales de estos emprendimientos, con los cuales las mujeres puedan contar a la hora de comenzar en el mundo del emprendimiento.
Estas últimas cifras son las que abren la incógnita de si realmente estamos aportando al desarrollo del emprendimiento femenino en el país o si aún tenemos tareas pendientes como sociedad.
Apostar por el crecimiento de las mujeres a través de su rol de emprendedoras no sólo es un camino fundamental para el futuro de Chile, sino que es también una ruta que presenta múltiples beneficios para miles de familias en nuestro país, especialmente en aquellas comunas en donde el recurso es más escaso. Como señaló Luiza Carvalho, Directora Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, “invertir en el empoderamiento económico de las mujeres contribuye directamente a cerrar la brecha de la desigualdad de género, la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico inclusivo. Que las mujeres contribuyan a las economías de sus países, redunda claramente en el desarrollo humano de las sociedades y comunidades donde viven”.
Por eso, el emprendimiento es uno de los principales motores de movilidad social. A través de éste, las mujeres se auto insertan en el mundo del trabajo, generando empleos e impactando de forma positiva a su entorno, con una mejora sostenible en la calidad de vida de sus familias.
Mediante la aventura de ser emprendedoras es posible romper los círculos de pobreza generacionales. Esto porque las mujeres cumplen un rol clave para que sus familias y sus hijos superen situaciones de vulnerabilidad. Con el desarrollo de nuevas habilidades y el incremento de los ingresos, se logra una independencia económica que beneficia a toda la familia, ya que se invierte en una mejor alimentación, educación, vivienda y salud para los niños.
En este Día Mundial del Emprendimiento Femenino, los invito a reunir las voluntades de todos los actores del país -el sector público, los privados y la sociedad civil – para trabajar en forma conjunta por el desarrollo de más mujeres emprendedoras y el fomento de mejores condiciones para ellas, con oportunidades de crecimiento que sean viables, que tengan continuidad en el tiempo y que generen un impacto real en las condiciones socioeconómicas de sus familias.
Emprendimiento Femenino