“Ha existido una favorable recuperación en la concentración de ozono, que evoluciona lento pero seguro (…) Las concentraciones se están recuperando, y además, el agujero ha disminuido su tamaño en aproximadamente 3 millones de kilómetros cuadrados, es decir, el tamaño de India (…) Ha quedado demostrado que con compromiso conjunto podemos reivindicar los problemas que hemos causado. El desafío es aprender la lección, aún estamos a tiempo”.
Por Marianela Galleguillos Santis, Ingeniero Ambiental. Docente Cátedra Gestión de Emisiones Gaseosas, Escuela de Recursos Naturales Duoc UC
La atmósfera es la capa de gases que rodea la Tierra. En su compleja arquitectura, se encuentra un lugar misterioso que no podemos ver y del cual depende el desarrollo de la vida humana y de todos los seres vivos. Ese lugar es la Capa de Ozono y desde hace más de 30 años ha presentado un complejo problema de escala global, el “Agujero de la Capa de Ozono”. Este sector de la atmósfera no es propiamente una “capa”, sino que es una delgada sección de la estratósfera, que contiene una alta concentración del gas Ozono, la cual mide aproximadamente 5 milímetros de espesor. Esta, absorbe un alto porcentaje de la radiación UV de alta energía que es perjudicial para los seres vivos (UV-B y UV-C) mediante un proceso fotoquímico continuo, y forma parte del complejo balance de energía del planeta, ayudando a mantener su temperatura, y permitiendo el desarrollo de la vida, protegiéndonos del daño al ADN contenidos en nuestras células.
Este sistema ha sido alterado por la actividad del ser humano. Mediante evidencia científica en los años 80 se logró establecer que, producto de la emisión de Sustancias Agotadoras de Ozono (SAOs), que contienen Cloro, Flúor y Bromo, se libera un átomo que interviene en el proceso fotoquímico natural de formación de Ozono, y por ende, genera una disminución en su concentración. Es por esto que se llama el “Agujero de la Capa de Ozono”, pues en esos lugares el Ozono se encuentra en muy bajas concentraciones, lo que disminuye el espesor de esta delgada sección de la atmósfera, provocando el “Agujero” o más bien un Adelgazamiento. Un átomo de Cloro puede llegar a destruir más de 100.000 átomos de Ozono pues tiene una vida media de más de 50 años, por lo que se mantienen en la estratósfera por largos periodos de tiempo. Esta situación ha sido monitoreada desde hace más de 30 años y ha permitido confirmar la problemática global del adelgazamiento de la Capa.
Como respuesta a la preocupación internacional por este fenómeno, el 16 de septiembre de 1987, se firmó el Convenio de Viena y el Protocolo de Montreal, en el cual se reúnen esfuerzos a nivel internacional para controlar la emisión, producción y consumo de Sustancias Agotadoras de Ozono (SAO´s) por parte de los países, estableciendo calendarios de reducción de las SAO´s y prohibición de los CFC´s a nivel mundial. Estas sustancias se encontraban por ejemplo en productos de refrigeración, climatización, propelentes, solventes, espumas sintéticas, fumigantes y pesticidas. Chile se sumó al esfuerzo mediante la ratificación del Protocolo en el año 1990, pero por nuestros tipos de actividades industriales no producíamos SAO´s, sino que principalmente las importábamos. Por ello, desde la ratificación del Protocolo se ha prohibido su ingreso al país y se mantiene una Estrategia Nacional para su control.
Para Chile, ha existido especial preocupación pues el “Agujero de la Capa de Ozono” se sitúa sobre la Antártica y en algunos momentos se acerca mucho, haciéndonos muy vulnerables a potenciales efectos como cáncer de piel. El agujero se concentra en los Polos debido a que los vientos estratosféricos arrastran las SAO´s hacia ellos, con lo que el proceso de agotamiento o disminución de la concentración de ozono se intensifica, y por ende, la capa se vuelve aun más delgada. A nivel mundial la Capa de Ozono tiene un espesor aproximado de 400-500 Unidades Dobson (unidad de medición utilizada para señalar el espesor de la capa de ozono, es decir entre 4 a 5 milímetros) permitiendo un desarrollo exitoso de la vida, pero en la Antártica la concentración ha llegado a un mínimo de 73 Unidades Dobson, cuando la media histórica en los Polos es de 220 UD. Es decir, si calculamos que 100 Unidades Dobson equivalen a 1 milímetro, nuestra Capa de Ozono llegó a tener un espesor de 0,73 milímetros. Imagínese que ese espesor es lo que nos separa de todos los daños provocados por la radiación. Además el “Agujero” llegó a medir más de 24 millones de kilómetros cuadrados, es decir, aproximadamente el tamaño de Estados Unidos.
Esta situación ha estado cambiando en los últimos años. Se han hecho evidentes los esfuerzos y compromisos que todos los países han tenido para controlar sus Sustancias Agotadoras de Ozono. Ha existido una favorable recuperación en la concentración de ozono, que evoluciona lento pero seguro. Los efectos del Protocolo no han sido inmediatos debido a la extensa vida media de los elementos químicos que provocan el “Agujero”, pero las concentraciones se están recuperando, y además, el agujero ha disminuido su tamaño en aproximadamente 3 millones de kilómetros cuadrados, es decir, el tamaño de India.
Aun nos queda un largo camino por recorrer. El proceso de mejora recién está iniciando. No debemos decaer en nuestros esfuerzos por recuperar este problema ambiental. En conjunto la humanidad ha tenido la capacidad de aunar esfuerzos en torno a nuestro bien común, y hemos aprendido que si tenemos compromiso conjunto, podemos reivindicar los problemas que hemos causado. El desafío es aprender la lección, aun estamos a tiempo.
¿Nos hemos olvidado del problema mundial de la Capa de Ozono?