Cada vez son más conocidos los casos de comunidades que se oponen a proyectos que son considerados dañinos para el medio ambiente. La percepción invasora de sus construcciones y el impacto que generan a su entorno son los principales desafíos que toda empresa debe enfrentar a la hora de ejecutar sus planes.
Por Sabrina Quezada
En 2007 existió una férrea oposición a la construcción de la central hidroeléctrica Angostura en la región del Bio Bio. La comunidad rechazó el proyecto por atentar en primera instancia contra tierra mapuche y por los problemas acarreados en construcciones anteriores de Pangue y Ralco.
Las manifestaciones de la comunidad dieron paso a que Colbún adoptara nuevas formas de relacionarse con las personas integrándolos en la construcción del proyecto Angostura. Considerarlas como vecinos, comprender sus exigencias y respetar su entorno fueron factores claves que la empresa tuvo que analizar para su nueva estrategia de relaciones.
Juan Pablo Scheaffer, Gerente División Desarrollo Sustentable de Colbún, declara que este nuevo escenario de diálogo con la gente “fue un proceso de aprendizaje para la empresa”. Entender la necesidad de elaborar un proyecto que incluya y beneficie a la comunidad es un ejemplo de sustentabilidad.
Los aprendizajes destacados para Colbún están en: No existe un modelo único para las relaciones con las comunidades. Para el caso de Angostura, optaron por entender los intereses de las comunidades y no imponer los proyectos. Scheaffer destaca que “buscamos dar solución a cada persona. Habían comuneros que tenían un arraigo tan profundo por la tierra e historia que no estaban dispuestos que nuestro proyecto atentara contra eso”
Mantener la comunicación con la comunidad incluso finalizado el proyecto, es otro aprendizaje. “Son relaciones para toda la vida, como una relación de pareja”, declaró el Gerente de Desarrollo Sustentable de Colbún. La generación de confianza requiere tiempo y se debe mantener.
Los conflictos deben gestionarse, más que solucionarse. La colaboración es importante para una construcción en conjunto. Scheaffer asegura que “no hay que tener miedo al conflicto”. Hay que tener paciencia para que el diálogo sea fructífero.
El aprendizaje para Colbún fue que “ser sustentable es un buen negocio”, asegura Scheaffer. Las pérdidas por un día de proyecto son altas, por ello las empresas deben tener la disposición de acoger las demandas de las comunidades y juntos llegar a un acuerdo que beneficie a ambas partes.
Hoy, en el nuevo embalse ubicado cerca de Quilaco y Santa Bárbara, existe un centro de atracción turística que tiene como fin contribuir al desarrollo y bienestar de la comunidad. El trabajo compartido con los municipios y los vecinos del sector ha creado un valor de comunidad con la empresa, destacando el desarrollo integral de la región.
Caso Colbún: “ser sustentables es un buen negocio”