Manos a la tierra: Con amor y sin temor. Por Juan Claudio Leiva, Economía del Bien común

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Juan LeivaPor Juan Claudio Leiva, Director Asociación Chilena de fomento de la Economía del Bien común

Para los que aun no están en conocimiento, el 8 de agosto fue el día mundial del Sobregiro de la Tierra, una fecha estimada en la que todos agotamos los recursos naturales del planeta que teníamos disponibles para los 12 meses del año en curso, y en consecuencia, tal como lo señala la Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network GFN, en inglés), hemos comenzado a vivir de las reservas futuras.

Esto quiere decir que la biocapacidad de la Tierra para regenerar recursos naturales y absorber los diferentes desechos generados por el hombre, ya no es suficiente para sostener las demandas de la población mundial en un año.

Chile se sobregirará por segunda vez en la historia de esta medición. Si el año pasado el sobregiro sucedió el 28 de noviembre, este año se adelantará en casi un mes, lo que que se estima que ocurra el 31 de octubre. El principal responsable de esto es la huella de carbono, que en un año aumentó de 1.3 a 2.0 hectáreas globales por persona (hgp), con lo cual la huella ecológica total del país llegó a 4.4 hgp, lo que se traduce en un déficit de biocapacidad estimado en 0.7 a 0.8 hgp, puesto que la biocapacidad total estimada de Chile es de 3.6 hgp.

Desde distintos ámbitos nos invaden con el mensaje de que ha llegado la hora de actuar en forma más concreta y decidida, de tal modo de revertir la tendencia de vivir más allá de los límites naturales de nuestro planeta y cambiar nuestra forma de consumir y relacionarnos con la naturaleza y sus recursos.

La verdad es que pensarlo y reflexionar es relativamente sencillo, y simultáneamente se puede vivenciar sentimientos de respeto y cariño en nuestras almas, porque llevamos a nuestra mente imágenes de paisajes hermosos y fértiles, o bien, de indiferencia, tristeza e ira por tantos otros que están francamente abandonados, erosionados o convertidos en lugares de acopio de nuestros desechos.

Pero el yo humano se potencia cuando desde el pensar y el sentir pasamos al acto de la voluntad, y el cuerpo físico ejerce su influencia positiva y de colaboración al trabajar la tierra, olerla, palparla, ver la cantidad de seres vivos que están bajo nuestros pies y que hacen un trabajo silencioso y maravilloso, contribuyendo a mantener saludable y con vitalidad las fuerzas terrestres en armonía con el cosmos.

Tal como se aprecia en la imagen, sobre la palma de mi mano sostengo un poco de tierra fértil, guano de gallina fresco y una lombriz, prueba de que con un mínimo de respeto y venciendo el temor, es posible vivenciar con profundo cariño las mas diversas formas de vida, muchas de ellas invisibles, que día a día acompañan a la Humanidad.

Manos a la tierra: Con amor y sin temor.

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