El agua es un recurso compartido. La calidad y cantidad de agua disponible para cada uno depende del uso que le den los demás. El agua es esencial para la vida y mucho más: ríos, lagos, llanuras aluviales y áreas costeras ofrecen protección contra inundaciones, energía, rutas de navegación, espacios recreativos, materiales de construcción y alimentos.
Esta columna fue originalmente publicada en el blog Viva Sustainability del Banco Interamericano de Desarrollo BID.
Un recurso compartido y esencial debería ser utilizado cuidadosamente, pero dados su gratuidad y aparente disponibilidad infinita, existen pocos incentivos a tal fin. La creciente demanda de aguas subterráneas y superficiales, ampliada por el incremento demográfico y económico, está llevando a su sobreexplotación. Sumado esto al cambio climático, que está volviendo a las fuentes de agua cada vez más erráticas, nos encontramos con tremendos impactos sociales, económicos y ambientales producidos por el agua.
El uso sostenible del agua desde el punto de vista de los negocios
En 2015, el Foro Económico Mundial clasificó a la crisis de abastecimiento de agua como el mayor riesgo para los negocios. El uso insostenible del agua conlleva tres tipos de riesgo: riesgos operativos, por tener cantidades o calidades inadecuadas de agua; riesgos de reputación, dada la reacción de los actores a los impactos del uso insostenible del agua; y riesgos reglamentarios, por el incumplimiento de políticas y regulaciones del agua.
Desde el punto de vista de los negocios, el uso sostenible del agua es imperativo para el desarrollo sostenible. Aumentar la eficiencia y reducir la contaminación sólo constituyen una parte de la solución. Es necesaria la colaboración entre los usuarios que comparten el recurso, así como una visión de largo plazo, para que las futuras generaciones no se encuentren amenazadas por la demanda actual.
Garantizar la disponibilidad de suficientes recursos de agua para todos, requiere una planificación estratégica a escala de las cuencas hidrográficas. Para asegurar que un sistema de aguas pueda continuar ofreciendo sus servicios en el futuro, es necesaria una estimación cuantificable del recurso necesario para mantener su integridad y resiliencia. El flujo ambiental, un concepto actualmente muy utilizado en políticas y normativas de gestión de agua, logra dicho objetivo.
¿Qué es el flujo ambiental?
El flujo ambiental es la cantidad de agua que necesita un ecosistema acuático para ofrecer los servicios que las personas y el mundo natural le exigen. Es la cantidad de agua que debe permanecer en dicho sistema para que pueda operar sin dificultades. El flujo ambiental posee tres componentes: calidad, cantidad y disponibilidad. “Cantidad” se refiere al volumen del agua que debe presentar el sistema; “calidad” describe sus características físicas, como temperatura, pH, sólidos en suspensión, cargas de sedimentos y composición química (por ejemplo, concentración de metales, alcalinidad, salinidad, etc.); y “disponibilidad” se refiere a los cambios naturales en la cantidad y calidad de agua conforme pasa el tiempo.
La necesidad de considerar estos tres aspectos del flujo es vital. Los sistemas acuáticos atraviesan cambios en la calidad y cantidad de su flujo diaria, estacional y anualmente. Estas fluctuaciones son importantes para el funcionamiento de cada sistema, ya que las especies y ecosistemas las contemplan para fines migratorios, ciclos reproductivos y rejuvenecimiento de los hábitats. También resultan relevantes para las personas que dependen de sistemas de aguas dulces a nivel local, ya que tanto agua como nutrientes son necesarios para la agricultura y pesca. Un cálculo de flujo ambiental debería incluir la cantidad y calidad del agua, así como cualquier cambio estacional en estos valores, para mantener en funcionamiento los sistemas naturales.
¿Cómo debe aplicarse el cálculo de flujo ambiental?
El flujo ambiental representa el agua que no debería ser utilizada, aquella que debe permanecer dentro de un sistema natural para garantizar su funcionamiento saludable y de largo plazo. Esto debe respetarse durante el diseño e implementación de proyectos para lograr un desarrollo sostenible.
¿Cuáles proyectos se benefician de una evaluación de flujo ambiental?
Cualquier proyecto que sea potencialmente capaz de afectar aguas superficiales o subterráneas, incluyendo proyectos de energía, transporte, agricultura, industria y saneamiento. Incorporar esta evaluación a las evaluaciones de impactos ambientales y sociales (EIAs) permitirá tomar decisiones más informadas y generará una gestión de aguas más integrada.
¿Cómo se calcula el flujo ambiental?
Las estimaciones de flujo ambiental se realizan a escalas que resulten significativas para el uso sostenible de agua. Estas pueden variar desde el nivel local hasta una evaluación de la cuenca hidrográfica. Las mediciones deben incluir las necesidades ambientales y biológicas y considerar a todos los actores que comparten el recurso para contemplar sus necesidades. Existe más de un método para calcular el flujo ambiental. El más acertado dependerá de los requisitos legales, la complejidad del sistema, la información disponible y la disponibilidad de datos históricos.
¿Cómo afecta el cambio climático al flujo ambiental?
El cambio climático influye de muchas maneras sobre los ecosistemas acuáticos, desde la modificación de los patrones pluviales, hasta el aumento en la frecuencia de eventos climáticos extremos. Los cálculos de flujo ambiental deberían incluir una amortiguación que ayude al sistema natural a ser más resiliente frente a patrones climáticos cada vez más erráticos.
Rachel Atkinson se especializa en cuestiones referentes a la biodiversidad en aspectos ambientales, sociales y de gobierno corporativo. Es una botánica con más de 15 años de experiencia en la gestión de especies invasivas, restauración y conservación de especies amenazadas.