Por Caterina Quezada L. Docente y Coordinadora Académica de Ingeniería en Medio Ambiente en Duoc UC.
La grave situación que vive hoy el archipiélago de Chiloé parece ser uno de los peores desastres ambientales en la historia de nuestro país. Variados factores podrían ser la causa de esta crisis, por lo que un análisis se hace indispensable.
Primero, se debe entender que la marea roja es un fenómeno natural y cíclico que ocurre en nuestras costas debido a la proliferación excesiva de microalgas y una cantidad importante de toxinas. Considerando que estas toxinas se fijan en el tejido estructural de algunos bivalvos, ya que poseen una función depuradora de aguas, quedan capturadas y almacenadas por un largo período. Como consecuencia, la cadena trófica local se ve afectada y al ser consumido por humanos, generan efectos dañinos tales como parálisis, amnesia, afecciones gástricas, entre otros. Cabe mencionar que, en general, estas toxinas no generan un mayor daño a los bivalvos como machas y mejillones.
Respecto a la crisis ambiental y sus consecuencias económicas que está enfrentando la comunidad de Chiloé, se debe mencionar algunos eventos que han ocurrido en los últimos años y que pudieran estar relacionados con la actividad salmonera, como lo que pasó entre el 2007 y 2010, cuando la industria salmonera combatió el virus ISA que llegó desde Noruega. Para esto, se aumentaron los medicamentos que se ponían en los alimentos para salmones y, quizás hoy, se están evidenciando consecuencias de esto, ya que los pellets que caen al fondo del mar contribuyen a la proliferación de la flora y fauna acuática.
Además de esto, en febrero hubo un peak en la floración de las microalgas verdes que generaron mortandad en los peces en cultivo, lo que pasó a ser un serio problema ambiental ya que no había capacidad de procesarlos ni conservarlos para así evitar la emisión de olores. Esto, llegó a las autoridades chilenas a autorizar su disposición de manera excepcional en el mar, amparados en las condiciones establecidas por la ley.
Sumado a esto, los gases de efecto invernadero emitidos principalmente por la quema de combustibles fósiles, han incrementado los niveles de acidez en los océanos, debido a un aumento de la cantidad de CO2 disuelto en agua. Además, el incremento de la temperatura global experimentado en las últimas décadas, afecta, a su vez, la regulación térmica de los océanos. En este sentido, existen especies que son sensibles a estos cambios, como por ejemplo, los corales, cuya muerte afecta la regulación de la vida acuática.
Bajo este escenario, la alta presencia de nutrientes disponibles, tanto naturales como artificiales en las aguas, en conjunto con los peces muertos dispuestos recientemente, los severos efectos del fenómeno natural que se manifiesta por estos días de la corriente del niño y las condiciones proporcionadas por el calentamiento global, llevan a pensar que la crisis ambiental en Chiloé no sólo responde a una única causa, sino que se debe a la presencia sincronizada de distintos factores que contribuyen en mayor o menor medida a este problema.
Es de esperar, que crisis como estas nos hagan reflexionar acerca de nuestra cuota de responsabilidad en estos temas y también en las medidas que, a nivel de sociedad y Estado, se deben adoptar para ayudar mitigar los impactos negativos de las actividades humanas en nuestros recursos naturales.
Crisis ambiental en el archipiélago de Chiloé