Hace 46 años comenzó a celebrarse, en Estados Unidos, el Día de la Madre Tierra. Fue una de las iniciativas de Earth Day Network, una organización cuya misión aún hoy es ampliar y movilizar al movimiento ambiental para construir un medio ambiente sostenible, hacer frente al cambio climático y proteger al planeta para futuras generaciones.
Gracias en parte a esta iniciativa, la sostenibilidad ha ido ganando visibilidad y defensores. Ahora, la necesidad de tratar a nuestro planeta de forma responsable ha empezado a permear en el sector de los negocios: ya se ven empresas para las cuales la sostenibilidad no es accesoria a su objetivo de negocio sino una pieza fundamental de sus operaciones.
En América Latina, este cambio de mentalidad tiene su mayor exponente en las empresas B, un movimiento global creado por B Lab en los Estados Unidos, que está avanzando con mucha fuerza en la región.
Las empresas B utilizan la fuerza del mercado para generar valor social y ambiental al tiempo que entienden a los negocios no solo como un medio para generar rentabilidad para los accionistas sino como una herramienta para cuidar el planeta y mejorar la vida de todos.
“El movimiento de las Empresas B representa un cambio de paradigma hacia una economía más inclusiva y más humana“, afirma Ana Mercedes Botero, responsable de la dirección de Innovación Social de CAF-banco de desarrollo de América Latina.
CAF es socio estratégico de B Lab -creador del modelo B y encargado de certificar Empresas B- y de Sistema B, organización hermana de B Lab responsable por consolidar un ecosistema favorable para el crecimiento de negocios de triple impacto en la región a través de la construcción de una oferta de valor atractiva y del desarrollo de actividades que incidan en las políticas públicas.
“Trabajamos de la mano con las Empresas B para reintroducir la ética en los negocios y buscar modelos de desarrollo sostenibles e integrales”, dice Botero, que considera a estas compañías son un vehículo adecuado para impulsar la innovación social en la región.
El movimiento de las empresas B está alineado con la razón de ser de CAF, cuya meta es la promoción del desarrollo sostenible con inclusión social en América Latina, y refleja además su idea de que el sector privado puede ser un agente clave para la transformación social y ambiental.
“Como banco de desarrollo, no somos un banco cualquiera. Nos interesa que nuestras inversiones no solo generen rendimiento financiero sino que generen valor social y ambiental con el objetivo de construir sociedades sostenibles”, explica Botero.
Actualmente existen, a nivel global, más de 1.700 empresas B en 50 países y 130 industrias con una misma meta: redefinir el concepto de éxito en los negocios y ampliar el alcance de la Responsabilidad Social Empresarial.
En América Latina, el fenómeno está en plena expansión, está presente desde Argentina hasta México y abarca industrias como el turismo, la alimentación y la reforestación. Las proyecciones apuntan a que este año las Empresas B continuarán con su expansión sostenida. En la región destaca el caso de la brasileña Natura Cosméticos, considerada la Empresa B más grande del mundo.
“En tres años hemos tenido 230 empresas certificadas como B. Son empresarios que están buscando una nueva forma de hacer negocios, de ponerse al servicio de la sociedad donde viven“, dice María Emilia Correa, referente de este movimiento en la región y creadora de la empresa B Triciclos.
Además de generar ganancias, la motivación pasa por contribuir a solucionar algún problema social o ambiental, redefiniendo así el concepto de Responsabilidad Social Empresarial al incorporar de manera vinculante en la misión de las empresas el objetivo de lograr un impacto en la sociedad.
Correa, que trabajó 25 años en grandes empresas tratando de introducir variables sociales y ambientales al modelo de negocios, es una convencida de que las empresas deben pensar en el largo plazo y dejar de pensar en la rentabilidad como único parámetro del éxito.
“Estamos hablando de construir una nueva economía que considere que el éxito es el bienestar de las personas y la naturaleza, y no sólo las utilidades, y para eso necesitamos empresas que puedan funcionar con esa filosofía“, concluye.
Las Empresas B, una buena noticia para el planeta