Un 76% de la superficie nacional presenta problemas relativos a la sequía. El investigador de la Universidad de Santiago Dr. Aldo Saavedra cuestiona que “hay decisiones que se postergan y no se asumen relativas al ordenamiento territorial y a la planificación regional y local”. Propone generar una estrategia nacional que permita ordenar el territorio en función de las actividades productivas con el fin de optimizar los recursos naturales.
Una severa crisis hídrica atraviesa Chile. Se estima que un 76 % de la superficie presenta algún tipo de problema relacionado con sequía, desertificación, erosión y suelos degradados. El asunto es de tal gravedad, que entre las regiones de Coquimbo y de Bío Bío se encuentran el 70 % de las comunas más afectadas por tal problemática.
Frente a esta situación, el académico del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Aldo Saavedra, explica que la crisis hídrica implica deterioro de los suelos y, por lo tanto, una menor superficie disponible para uso agropecuario, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria. Por eso, sostiene que “es urgente una nueva política en esta materia, que ordene el territorio estableciendo actividades productivas según zonas geográficas con el fin de optimizar así los recursos naturales”.
“Hay decisiones que se postergan y no se asumen, relativas al ordenamiento territorial, y a la planificación regional y local que ya deberían discutirse: cómo asegurar el agua para consumo humano -en primer lugar-, en qué regiones convendrá cultivar, en cuáles potenciar la industria y la producción de alimentos, la minería, entre otros”, afirma el doctor Saavedra.
El Dr. Saavedra agrega que “como consecuencia de esto, sumado al poco interés en modificar ciertas normativas sobre el recurso, como el Código de Aguas, se entiende por qué el panorama actual es de una constante pugna entre los diversos usuarios del agua, conflictos que se acrecientan en la medida en que la carencia del recurso se hace más evidente”.
En la perspectiva de adaptar nuestro país y su economía al nuevo escenario de estrés hídrico, Saavedra sostiene que se requiere “un cambio en el uso de la tierra, apostando por una agricultura más sostenible y que se adapte al cambio climático, en especial en aquellas zonas áridas en las que la escasez de la comida es cada vez mayor”.
El científico plantea la necesidad de crear una política nacional a largo plazo, que también integre la disponibilidad, uso y demanda de recursos hídricos que incluya “el uso regulado, masivo y sostenible del agua de mar para consumo humano, procesos productivos y también cultivos agrícolas con riego tecnificado”.
El diagnóstico
Las Naciones Unidas, a través de su Programa para el Medio Ambiente (PNUMA), ha desarrollado mapas de las regiones del mundo donde la desertificación o el riesgo de esta se han hecho presentes. Se estableció un ‘índice de aridez’ que permite determinar el grado de déficit hídrico de una zona en relación a su oferta y demanda. El académico explica que este indicador ha permitido determinar que las 3/4 partes de la superficie de Chile se encuentran en situación de grave déficit hídrico.
Si bien se estima que el cambio climático es un factor que influye considerablemente en la crisis hídrica y de suelos que afecta a Chile y el mundo, para el Dr. Saavedra el fenómeno es más complejo ya que atiende a diversos factores antropogénicos, entre los que destaca “el uso dilapidador y poco criterioso de nuestros recursos naturales sin una adecuada planificación y de carácter cortoplacista”, afirma.
A la desertificación –señala el experto- se asocian fenómenos como la erosión, el aumento de salinidad y la compactación de los suelos, que tienen consecuencias directas en el rendimiento del suelo para actividades agrícolas como asimismo de la calidad de la flora y fauna del lugar. Simultáneamente, “se va produciendo una verdadera e irreversible esterilización de nuestros ecosistemas y con ello la disminución de especies vegetales y animales, poniendo en riesgo la vida misma”, sostiene.
Especialista sostiene que urge una nueva política para enfrentar crisis hídrica