En su tercer boletín Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en América Latina y el Caribe, la FAO estima que cada año, cada habitante de la región desperdicia 223 kilos de alimentos, un total de 127 millones de toneladas, suficientes para dar de comer a 300 millones de personas, o el 37 por ciento de los hambrientos en el mundo.
La FAO y otras agencias aliadas están actualmente elaborando el Índice Global de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos, que será clave para que los países puedan cuantificar sus pérdidas y definir sus estrategias para cumplir el Objetivo 12 de la Agenda de Desarrollo 2030, centrado en la necesidad de garantizar hábitos de consumo y producción sostenibles.
Los países ya están trabajando en reducir estas cifras con diferentes iniciativas específicas y están apoyados por el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Por ejemplo, en Argentina la FAO está desarrollando un proyecto de cooperación técnica con el gobierno para diseñar una metodología de diagnóstico sobre el desperdicio de alimentos. En ese país, más del 40 por ciento del volumen desaprovechado corresponde a hortalizas y frutas.
Brasil ha presentado proyectos de ley para crear una Red Nacional de Expertos, una política nacional y una estrategia coordinada de reducción de pérdidas y desperdicios, mientras que otro proyecto de ley trata de regular la donación de alimentos.
A su vez, Chile está llevando a cabo actividades de recuperación de alimentos en puntos de venta en los barrios para prevenir el desperdicio doméstico.