“Si quieres llegar rápido camina solo; si quieres llegar lejos camina en grupo”. Este proverbio africano resume el espíritu del trabajo realizado por UNICEF desde su creación en 1946. A nadie se le escapa que crear un mundo mejor para todos los niños del mundo –que es a lo que nos dedicamos– es una labor inabarcable si no se cuenta con alianzas sólidas, duraderas y comprometidas a lo largo del tiempo y a todos los niveles: político, social y empresarial.
Nuestra experiencia nos dice que si queremos generar cambios reales en la vida de los niños, si queremos conseguir un alto impacto social con nuestro trabajo, nuestras alianzas deben plantearse con dos premisas: que sean a largo plazo y sostenibles en el tiempo.
Además, hemos aprendido que siempre es más provechoso un trabajo proactivo (conocer mejor a la empresa). En la base de este planteamiento se subyace la idea de hacer ver a la empresa que es ella la que tiene que pasar a la acción. Ya no se trata de una mera financiación (que también) sino de hacerles ver que forman parte integral de nuestros proyectos y contribuyen a la consecución de los resultados.
El convulso arranque del siglo XXI nos ha permitido detectar, en muchos casos, una evolución natural en la génesis, desarrollo y consolidación de nuestras alianzas con las empresas. Hoy son ellas mismas las que buscan maneras de alinearse con las grandes agendas políticas y sociales. Así, la nueva agenda global de desarrollo (los Objetivos de Desarrollo Sostenible –ODS–, y con anterioridad los Objetivos de Desarrollo del Milenio) se ha convertido en objeto de deseo las empresas buscan de alguna forma subirse al carro y contribuir a alcanzar los objetivos fijados. En este sentido, los ODS son una buena oportunidad para el tercer sector y sus alianzas con el sector privado. Inscribir la relación en este contexto (por ejemplo, el sector del turismo como motor de creación de empleo para jóvenes –objetivo 8–).
Hay algunos elementos básicos que las organizaciones deben tener muy presente a la hora de abordar este tipo de alianzas. Es imprescindible una alta profesionalización, sobre todo en un sector que, aunque ha realizado un importante esfuerzo en ese sentido en las últimas décadas en nuestro país, todavía presenta significativas carencias. Por otro lado, la rendición de cuentas es un parámetro fundamental de la ecuación de colaboración con el sector privado; las empresas se interesan cada vez más en reportar resultados en términos de beneficiarios (nuevos modelos de reporting exigidos por los inversores) y no únicamente en presupuestos de inversión (número de beneficiarios vs. montante económico). En ese sentido, la implicación en proyectos a largo plazo es fundamental ya que para la empresa mejora el contexto en el que operan y también les abre nuevos mercados.
Por último, hay que entender a la empresa, conocer sus estructuras, procesos, mercados y clientes; debemos vender sin reservas nuestros atributos (y cómo pueden contribuir al beneficio de la empresa); la confianza debe ser mutua; buscar el valor compartido; implicar a la alta dirección; buscar la afinidad (no podemos olvidar que no cualquier empresa vale para cualquier ONG a la hora de abordar una alianza estratégica, y viceversa).
Y no olvidemos que, para el sector privado tiene sentido colaborar desde un punto de vista de financiador, pero son cada vez más las que buscan instituciones/ONGs con las que tenga sentido colaborar (por su misión, visión y valores) y que además aporten valor a su actividad. Es por tanto un punto clave y motor de la alianza saber trasladar esos valores a la empresa.