En su discurso, Obama dio varios ejemplos de las muchas oportunidades que brinda el cambio climático en cuanto a innovación tecnológica, política, y económica a largo plazo. Recordó los satélites soviéticos Sputnik de los años 50 en donde EEUU designó un enorme presupuesto para investigación y desarrollo y que luego de 12 años se hizo posible llegar a la luna. “Es ese mismo nivel de compromiso el necesario para desarrollar fuentes de energía limpia”, reforzó Obama.
Las energías limpias son negocio bueno y duradero, “Aun si el planeta no estuviera en juego, aun si las temperaturas del 2014 no fueran las más altas registradas en la historia-hasta que llegó el 2015,- ¿Por qué dejaríamos pasar la oportunidad para el empresariado americano de producir y vender la energía del futuro?” dice Obama.
En los EE.UU. las inversiones en energía limpia resultaron en energía eólica ahora más barata que fuentes convencionales, y en energía solar que ahorra decenas de millones de dólares y crea mayores puestos de trabajo que son mejor pagados que en el sector fósil. Según Obama, la “reinvención del sector energético” está entre los indicadores claves de la fuerte economía americana: más trabajo, menor desempleo, menor déficit fiscal, mayor número de personas aseguradas, menos tropas en Irak y Afganistán, matrimonios sin discriminación…y mayor capacidad instalada de energía eólica y solar, de 26,000 MW a 96,000 MW. Para darnos una idea, la hidroeléctrica Itaipú entre Brasil y Paraguay, la más grande de las Américas, tiene una capacidad instalada de 12,600MW. O sea, pasamos de 2 Itaipús a casi 8 Itaipús solares y eólicos en 7 años en los EEUU. Estamos hablando de megawatts y mega dólares: Bloomberg New Energy Finance estima que en 2015 se invirtieron mundialmente US$300 mil millones en energías limpias. China absorbió un tercio de esta inversión dado el fomento decidido a proyectos solares y eólicos para abastecer la gran demanda y para reducir los alarmantes niveles de contaminación; en EE.UU. y Europa, conjuntamente, se invirtió la mitad del volumen de China.
No obstante, una de las frases que personalmente me marcó en su discurso fue: “En vez de subsidiar el pasado, invirtamos en el futuro” Lo que me hizo pensar inmediatamente en nuestra región, ¿Qué significa esto para América Latina y el Caribe?
El cambio climático y la energía limpia pasaron al centro de la discusión política en ámbitos como Paris, Washington y Davos recientemente, pero aún no es el caso en nuestra región. Actualmente, el aprovechamiento de energía eólica en Uruguay y solar en Chile resulta de inversiones bien enfocadas, en ambos casos con decidido apoyo político. Sin trabas ni ataduras, todos los países latinoamericanos tienen oportunidad política de optimizar sus políticas energéticas del futuro para fortalecer sus economías, con menores costos financieros y climáticos, más trabajo, y mayor bienestar social.
Por todas estas razones, me gustaría ver que los retos y oportunidades que nos plantea el cambio climático formen parte de planes de gobierno y campañas electorales –ej. en presidenciales en República Dominicana, Perú y Nicaragua este año.
En América Latina y el Caribe, la mantra de “dejar de subsidiar el pasado e invertir en el futuro” podría resultar en una apuesta ganadora, tanto en los negocios como en las urnas.