De la A a la G: Dime qué letra compras y te diré que tan eficiente eres?

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Por: Paola Mendez, consultora para la División de Energía del BID. Esta columna fue originalmente publicada en el blog https://blogs.iadb.org/energia_es del Banco Interamericano de Desarrollo BID.

Imagine que Usted entra en una tienda en busca de su próximo refrigerador. Esta es una compra importante: Usted tiene un presupuesto limitado y espera que el refrigerador le dure muchos años. El vendedor le muestra varios modelos que se ajustan a lo que usted necesita: buen precio, tamaño y color que busca.  ¿Necesita saber algo más? ¿No?

¿Preguntó por el consumo energético del refrigerador?

El refrigerador es uno de los aparatos que dentro de una vivienda consumen la mayor cantidad de energía. La decisión de qué refrigerador comprar afectará mes a mes el consumo de energía total en su hogar. Pero saber qué equipo consume más energía no es sencillo.

Esa barrera de información, sumada a la relevancia del consumo energético de los aparatos domésticos, ha llevado a que muchos países estén promoviendo activamente el uso del etiquetado energético. El etiquetado energético es una herramienta poderosa para evitar el derroche de energía pues permite que las personas puedan de manera sencilla incluir el factor energético en su decisión de compra y optar por productos energéticamente eficiente.

Varios países de América Latina y el Caribe tienen vigentes programas obligatorios de etiquetado, los cuales a través de categorías – usualmente alfabéticas de A a G – indican en nivel de eficiencia del equipo.

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Hoy día, refrigeradores, televisores, aires acondicionados, y cientos de otros productos son etiquetados para que usted tenga la información que necesita para tomar una buena decisión. El etiquetado energético, sin embargo, va más allá de los electrodomésticos: automóviles e incluso viviendas cuentan con etiquetas informativas.

Se imagina decidir ¿qué casa comprar o rentar, según aquella que sea energéticamente más económica de usar? Esto es una realidad en muchos países de Europa, donde la calificación energética de viviendas es obligatoria. Esta tendencia también la vemos en países de América Latina y el Caribe, donde países como México, Argentina y Chile están promoviendo el etiquetado de viviendas.

El etiquetado energético no es la única herramienta de la política energética para aumentar la eficiencia energética en los mercados locales. El uso de estándares mínimos de eficiencia energética (MEPS por su sigla en inglés) es igualmente una herramienta eficaz para limitar la importación y comercialización de productos de muy baja eficiencia. En el mercado de la iluminación, por ejemplo, países como Argentina, Brasil, Chile, Ecuador y México han dispuesto la prohibición de comercializar lámparas incandescentes por su bajo nivel de eficiencia, fomentando así la transformación de sus mercados locales de iluminación.

El etiquetado y los MEPS son herramientas utilizadas en América Latina y el Caribe, sin embargo, existe todavía un enorme potencial de acción en torno a las medidas de Normalización y Etiquetado (S&L) en países que aún no han iniciado programas obligatorios o que pueden ampliar estos programas a equipos aún no regulados.

La utilización del etiquetado combinado con más y mejores estándares de eficiencia energética son herramientas útiles y necesarias en el marco de una gestión responsable de recursos energéticos.
Para asegurar su efectividad, es necesario tener en cuenta que:
• Se requiere de una definición adecuada de los deberes y obligaciones de cada uno de los actores involucrados (entidades públicas, sector privado y sociedad civil) y un marco legal y regulatorio que acompañe adecuadamente estas iniciativas.
• Las normas y etiquetados deben ser actualizados continuamente según la evolución de las tecnologías, para ser efectivos
• Deben existir procesos claros para la estimación del consumo energético de los equipos involucrados.
• Es crucial que estos procesos/métodos sean verificables y fiscalizables para asegurar la efectividad de las medidas.
• Recursos humanos y financieros deben ser destinados apropiadamente durante el ciclo completo de los programas de S&L.
• Es necesario una fuerte campaña de información que permita una comprensión precisa y detallada de los programas de S&L.

Paola Mendez
Paola Mendez

Con más de 10 años de experiencia en el sector infraestructura, ha apoyado el diseño, implementación y evaluación de operaciones en áreas de energía y vivienda en diversos países de América Latina y el Caribe. Inicialmente como consultora para la División de Energía del BID, apoyó el desarrollo de operaciones y de conocimiento en temas de electrificación rural, energía solar y de eficiencia energética. Actualmente apoya a la División de Agua y Saneamiento (WSA) en el desarrollo de productos de conocimiento en temas de acceso a agua y saneamiento, eficiencia energética y manejo de residuos sólidos en la región. Antes del llegar al BID, trabajó en la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), en Alemania y Chile, apoyando transversalmente iniciativas bilaterales de cooperación técnica en el sector energético. Ha trabajado, adicionalmente, como consultora independiente para diversas organizaciones del sector público y privado. Es candidata a Doctor en Economía de la Universidad de Dauphine, cuenta con una Maestría en Desarrollo y Economía de la Universidad de Versalles en Francia y con el título de Ingeniera Civil Industrial Eléctrico de la Universidad Federico Santa María de Chile.

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