Autor: Fernando Varela
Así como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) se consideran una de las iniciativas más significativas de desarrollo internacional, los subsiguientes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados en septiembre de 2015 en Naciones Unidas- se consolidan como nuevo proceso de construcción colectiva en pro del desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza.
Esta iniciativa de 17 objetivos pretende comprometer a gobiernos, sociedad civil y sector privado, existiendo grandes expectativas respecto del sector privado por la relevancia de su impacto en cuestiones como sostenibilidad y pobreza.
Pero, ¿es razonable esperar la verdadera participación de la empresa en esta alianza, y no solo un propósito de destacar o diferenciarse? ¿Vamos a asistir a un cambio relevante del mundo empresarial en relación a su impacto socio-ambiental?
Al sector privado le sobran razones para involucrarse. La apuesta por la sostenibilidad y los enfoques pro-desarrollo[2] resulta beneficiosa para la propia empresa, estando ampliamente demostrado que la empresa medioambientalmente cuidadosa y que genera un impacto positivo en su entorno, reduce riesgos empresariales fortaleciendo el negocio. Los estudios muestran que, sin costes adicionales, las inversiones resultan beneficiosas modificando las formas de hacer y tomando en cuenta algunos factores frecuentemente denostados.
Esta orientación combate la percepción creciente sobre la empresa como generador de externalidades negativas para la sociedad (contaminación y explotación abusiva de recursos naturales, connivencia con el sector público para fines propios, precariedad laboral, aprovechamiento de legislaciones poco desarrolladas para rebajar los estándares, etc.), que afecta gravemente a la actividad empresarial.
Los enfoques corporativos en pro del desarrollo resultan más atractivos para el cliente local y mejoran la reputación, consolidando la fidelidad de los clientes, facilitando alianzas con socios, y aumentando la motivación y compromiso de los trabajadores. En inversiones en otros países, generan una apreciación social positiva (al alinearse con sus objetivos de promoción del interés general) dando mayor estabilidad a la operación, reduciendo el riesgo social y político o la inseguridad jurídica de la inversión. Y la reducción de los impactos negativos implica menores costes de compensación.
Es básico que una empresa orientada a la sostenibilidad y a la sociedad en general, revise su cadena de valor maximizando el impacto socio-ambiental de su proceso productivo, examinando su cadena de suministro y distribución y teniendo en cuenta aspectos medioambientales, sociales y político-institucionales. Existen ya metodologías para este tipo de análisis. Hace falta voluntad para hacerlo.
Sin embargo, aún existen zonas oscuras que generan incertidumbre sobre la implicación y compromiso del sector privado en éste ámbito.
Aunque la Responsabilidad Social Empresarial es un fenómeno voluntario positivo donde España ocupa un lugar adelantado entre las grandes empresas en relación a confección de memorias de sostenibilidad, se cuestiona cuánto ha impregnado la actividad de las compañías. En general, se desconoce lo que supone desplegar estrategias empresariales promotoras del desarrollo local. La cultura empresarial vinculada con el desarrollo, entendido como desarrollo humano, es limitada.
Las estrategias empresariales cortoplacistas, que apuestan por el negocio rápido y no por crear y consolidar empresa, chocan con enfoques más adaptados que requieren: más tiempo; el desarrollo de nuevos principios; la definición de responsabilidades de gestión para mejorar la involucración de trabajadores y las relaciones con la comunidad, el gobierno local y los reguladores; el establecimiento de procedimientos adaptados para la cadena de valor; y el seguimiento de las medidas de gestión del riesgo.
Para superar estas barreras es necesario que la empresa tenga voluntad de implicarse, que personas concretas tengan el coraje de cambiar, convencidos de que maximizando el impacto positivo para la sociedad se benefician a sí mismos, robusteciendo a su empresa en el largo plazo y asegurando su sostenibilidad. Las escuelas de negocio tienen un papel relevante en esto, otorgando importancia a la preservación de valores éticos y fomentando el compromiso con la sociedad.
Y, a continuación, se necesita un marco de desarrollo que facilite el cambio. El sector público ya está primando a las empresas más responsables, incluyendo cláusulas sociales en las licitaciones públicas o exigiendo más rendición de cuentas. En otros países ya se incluye información en los productos sobre el nivel de compromiso de la empresa o se otorgan exenciones fiscales a las más sostenibles. También el consumidor puede apostar por productos de empresas más responsables y sostenibles. O la comunidad de inversores, favoreciendo a empresas con mejores impactos sociales y medioambientales.
Queda un largo camino por recorrer, y todos somos importantes: desde los empleados al CEO. Moviéndonos por hacer realidad los ODS podremos mirar atrás y afirmar, con cierta satisfacción, que nosotros también hemos contribuido.
Este artículo ha sido publicado en el Blog www.newwayssustainability.org
Para más info sobre los Enfoques Pro-desarrollo ver:
https://www.tecniberia.es/documentos/LIBROENPRODESARROLLO.pdf
[1] Fernando Varela es Doctor Ingeniero Industrial especializado en cooperación, sostenibilidad y en el rol de la empresa en el desarrollo. Es Director de la División Global de Desarrollo Institucional, Económico y Social de EPTISA, donde lleva a cabo trabajos de asistencia técnica y estudios para los principales organismos multilaterales y bilaterales de desarrollo.
Ha trabajado también en el sector público (Unión Europea) y colaborado con la sociedad civil. Ha sido impulsor de diversas alianzas público-privadas e iniciativas sociales. Y ha colaborado en investigaciones sobre Empresa y Desarrollo con varios think tanks. Es autor de varios libros y publicaciones.
[2] Enfoques pro-desarrollo: Implementación de estrategias empresariales mejor adaptadas a los contextos locales y con mayor contribución al desarrollo local