Esta columna fue publicada originalmente en el blog Cambio Climático del Banco Interamericano de Desarrollo BID.
El sábado pasado la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático llegó en París a un acuerdo histórico para combatir el cambio climático, que incluye una sección sobre el financiamiento contra el cambio climático o financiamiento climático. Pero ¿qué es?, ¿cómo determinar qué es lo que contribuye a la lucha contra el cambio climático?
Cuando revisamos los proyectos que están por aprobarse, esta es una pregunta que nos planteamos. Para ello, utilizamos una metodología de clasificación que fue preparada de manera conjunta con otros 5 grandes bancos multilaterales de desarrollo. Con los datos que generamos de este modo, preparamos cada año un informe de financiamiento climático. De acuerdo con el último informe, publicado en junio de 2015, los bancos aprobaron durante el 2014 más de 28 mil millones de dólares en financiamiento climático.
Esta metodología aborda los dos tipos de proyectos de cambio climático: Los que contribuyen a adaptarnos a los impactos esperados del cambio climático (adaptación), y los que contribuyen a reducir las emisiones (o a capturar) gases de efecto invernadero (mitigación).
La metodología se basa en desmenuzar los proyectos en componentes, y en analizar cada componente para ver si contribuye a la mitigación, a la adaptación, o a ambas. La revisión se hace al momento de la aprobación del proyecto por el Directorio del Banco, utilizando la información disponible en ese momento.
Para adaptación, la metodología requiere que se cumplan tres condiciones:
- que el proyecto establezca el contexto de vulnerabilidad climática,
- que haya una intención explícita de enfrentar esta vulnerabilidad,
- y que exista un nexo claro y directo entre el contexto de vulnerabilidad climática y las actividades del proyecto.
Para mitigación, la metodología se basa en una lista de actividades que, de acuerdo con la experiencia disponible, contribuyen a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con un escenario sin proyecto, o “línea de base”.
La metodología busca incluir las distintas actividades que se tienen que realizar para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. En el sector energía incluye el aprovechamiento de las fuentes renovables de energía, así como las medidas para una mayor eficiencia en el uso final de la energía. En las ciudades, el transporte colectivo, peatonal o en bicicleta, así como otras medidas para reducir el uso del automóvil particular, incluyendo nuevos modelos de desarrollo urbano. En bosques se consideran las actividades para la conservación o el manejo sostenible, que permite evitar la deforestación y la degradación de los bosques.
La metodología se enfoca en particular en las actividades que evitan el quedarnos “atrapados” en sendas de altas emisiones. Por ejemplo, sabemos que el transporte por ferrocarril requiere de mucho menos energía que el transporte por carretera para mover pasajeros o carga. Por eso etiquetamos como de mitigación los proyectos para construir o rehabilitar ferrocarriles, cuando permiten reducir el transporte por carretera. Aunque el ferrocarril genere emisiones de gases de efecto invernadero durante su construcción y por la utilización de diesel en las locomotoras, las emisiones serán menores de las que se generarían al transportar la misma carga por camión. En un futuro se podrán sustituir las locomotoras diesel por tecnologías más limpias como las eléctricas, pero lo importante es que la infraestructura básica, que puede durar siglos, se base en rieles en vez de pavimento, sobre todo para los corredores de transporte más importantes en nuestros países.
Después de unos días intensos de COP21, aseguramos que vamos por el buen camino de la mano de una metodología que ha sido reconocida por su solidez y transparencia. Esperamos cerrar el año con una cifra superior al año 2014.
Si tienes interés en este tipo de tema, puedes chequear el sitio web del Comité de Asistencia al Desarrollo de la OCDE, que posee disponible los datos de los bancos multilaterales.
¿Cómo se mide el financiamiento climático?