Buscan que las personas se sientan felices de vivir en el lugar que habitan para que con orgullo y autonomía le den sustentabilidad a los espacios urbanos, previniendo así su deterioro.
La Fundación Urbanismo Social, institución sin fines de lucro creada hace ochos años por un grupo de jóvenes profesionales, trabaja directamente con cerca de siete mil familias de las regiones Metropolitana, de O´Higgins, El Maule y el Bío Bío, en base a un modelo propio construido con la experiencia, que busca prevenir el deterioro de barrios, espacios urbanos y territorios, poniendo como centro a las personas.
“Partimos trabajando con viviendas sociales y luego decidimos quedarnos porque nos dimos cuenta que los nuevos barrios no se cuidan solos, que las familias necesitan apoyo en la instalación y en la construcción de una comunidad autónoma que se haga cargo del barrio en el futuro”, explica Pilar Goycoolea, Directora Ejecutiva de Urbanismo Social, detallando que se trata de fortalecer la autonomía, identidad, integración y participación de las comunidades para lograr estos objetivos.
En Urbanismo Social creen que esa es la única manera de no perder toda la inversión física y social instalada con tanto esfuerzo en la etapa de construcción de las viviendas –u otros espacios urbanos-, para no tener que intervenir después barrios deteriorados “De esta manera damos sustentabilidad en el tiempo e, incluso, podemos apostar por un aumento de la plusvalía de las viviendas y el barrio en el futuro” agregó Goycoolea.
De barrios al “Elefante Blanco”
El equipo de Urbanismo Social estaba trabajando en los nuevos barrios que habían construido cuando les encargaron la tarea de desarrollar el plan social del proyecto Núcleo Ochagavía, que recicla el edificio conocido históricamente como el ex Elefante Blanco de Pedro Aguirre Cerda. Así, se dieron cuenta que era imposible desarrollar una iniciativa de ese tipo en un espacio con tanta carga histórica sin involucrar a los vecinos, el municipio, la comunidad que directamente iba a convivir con esta infraestructura.
Ya llevan más de dos años trabajando en el sector, para aprovechar que la instalación de este edificio sea una oportunidad de desarrollo físico y social para quienes viven allí y, así también, ejecutan un programa territorial similar en Cerro Navia, en el sector de Carrascal, donde durante décadas se encontraba la planta Fanaloza.
A partir de entonces han surgido muchos nuevos proyectos para sus distintas áreas de trabajo –Gestión Vivienda, Gestión Barrios y Gestión RSE- y la apuesta es siempre la misma: centrar el trabajo en las personas que habitan los lugares, articulándolos con otros actores, públicos y privados, del entorno cercano, para dar sustentabilidad a la ciudad, construyéndola desde lo local.
“Ya sabemos lo que tenemos qué hacer. El cómo hacerlo en cada barrio o territorio es un desafío permanente, que requiere poner en juego toda la creatividad de nuestros equipos y de las comunidades con las que trabajamos, para que las intervenciones físicas o los proyectos que desarrollamos sean una excusa, un Caballo de Troya que nos permita instalarnos en un espacio para construir comunidad, detonando procesos sociales”, complementó la directora de Urbanismo Social.
Urbanismo Social cumple ocho años de trabajo en vivienda, barrios y ciudad