Los proyectos de desarrollo urbano son una gran oportunidad para contribuir a la transformación de una ciudad. Empero, para que esto ocurra no basta con ejecutar buenas obras de infraestructura o contar con los recursos presupuestarios necesarios. Lo que también hace falta es conocer los mecanismos por los que nuestros proyectos contribuyen a mejorar la calidad de vida los ciudadanos, y si existen algunos principios que deberíamos considerar para mejorar su poder transformador.
Este último tema es el que intentaremos responder en este artículo que pretende reflejar – sin duda de forma muy general – la experiencia acumulada por el grupo de ciudades participantes en el programa PROCIDADES del BID.
En 2007 el Banco inició el mecanismo crediticio PROCIDADES destinado a financiar a gobiernos municipales en Brasil y que terminó beneficiando a más de 20 ciudades intermedias, la mayoría de las cuales nunca había accedido a financiamiento de largo plazo o había recibido asistencia técnica en temas de desarrollo urbano.
Ya en las segunda mitad de 2015 son claros los beneficios que el PROCIDADES trajo a las ciudades: ahí están las familias beneficiadas por los proyectos de mejoramiento de barrios, la población que disfruta de los espacios públicos, o las mejoras de la infraestructura sanitaria y vial que encontramos en ciudades como Toledo, Campo Grande, Catanduva, y Ponta Grossa o en tantas otras que aún se encuentran finalizando sus proyectos.
Ahora bien, más allá del financiamiento y las innumerables obras realizadas, también es esencial reflexionar sobre lo que quedó en las ciudades en términos de lecciones aprendidas y conocimiento sobre los principios que deberíamos considerar al momento de diseñar nuevos proyectos urbanos. Evidentemente esta reflexión no es fácil y, por más que nos esforcemos, siempre existirá la dificultad de traducir la riqueza de la realidad en pocos conceptos. No obstante, la fluidez del diálogo técnico entre los equipos del Banco y los municipios, y nuestro permanente seguimiento de los proyectos, nos permite identificar un conjunto de principios que, a nuestro entender, caracterizaron a los proyectos con mayor poder de transformación:
Integralidad: Este principio establece que proyectos deben responder a una visión integral del desarrollo territorial, y que deben considerar las posibles sinergias y complementariedades que existen entre los diferentes sectores. Por ejemplo, los proyectos de mejoramiento de barrios generan mayores beneficios cuando incorporan no sólo las necesidades de infraestructura física sino las mejoras de los servicios sociales y del hábitat urbano en general. Como nos comenta Claudemir Andrade – Coordinador del Programa PROURBIS de la ciudad de Manaus – “el trabajo junto al Banco nos permitió pensar los proyectos de forma integrada, y reconocer que la construcción de una ciudad no sólo se basa en obras separadas, sino en su complementación dentro de una perspectiva que privilegia la integración social”. Un caso que ilustra este enfoque es el proyecto de urbanización integrada del Barrio Jorge Texeira de Manaus, que incorpora inversiones en vivienda, recuperación ambiental, vías urbanas y capacitación de los vecinos entre otros.
Sostenibilidad. Por el cual todo programa/proyecto debería establecer un adecuado balance entre la atención de necesidades inmediatas de la ciudad (las de nuestra generación) con sus necesidades futuras. Un ejemplo de la aplicación de este concepto lo encontramos en el Programa de Desarrollo Integrado del Municipio de Passo Fundo (Paraná) que combina inversiones en transporte, espacios públicos y desarrollo económico local, con la elaboración de varios instrumentos de planificación que complementan el Plan Director de la Ciudad (plan integral de saneamiento, plan de transporte y movilidad, entre otros). Este nuevo conjunto de instrumentos permite identificar las necesidades de inversión de la ciudad en un horizonte de 30 años, contribuyendo así a un desarrollo más ordenado de la ciudad. Como nos comenta Ana Paula Wickert, Secretaria de Planificación y Coordinadora General de la Unidad Ejecutora del Programa, “los planes ya finalizados indican de forma clara el camino que debemos seguir, haciendo que nos resulte más fácil el diseño de nuevos programas y proyectos”.
Participación: Otro principio esencial de la forma de trabajo promovida por el PROCIDADES es la inclusión de la participación de los principales actores relacionados con los proyectos. Aun cuando este tema viene adquiriendo una creciente importancia entre los urbanistas – donde innegablemente genera un gran valor agregado- sus beneficios trascienden la etapa de diseño, amplificándose aún más en la ejecución de las obras y sobre todo en su etapa de mantención. Campo Grande, municipio capital del estado de Matto Grosso do Sul, nos ilustra muy bien la importancia de este principio operativo. En esta ciudad, mediante el Programa “Viva Campo Grande” se financió el parque lineal “Orla Morena” cuyo funcionamiento es manejado conjuntamente por una asociación de vecinos y el gobierno municipal, lo que ha generado excelentes resultados en materia de mantención de las obras y de dinamización de la economía local. Como nos cuenta Catiana Sabadín, Coordinadora de la Unidad de Gestión de Proyectos de de la Prefectura “podemos observar claramente que el hecho de haber mantenido una comunicación permanente con los vecinos de la Orla Morena, ayudó mucho en la preservación y uso del área, que hoy se convirtió en un espacio de referencia y placer de la ciudad”.
Tenemos entonces 3 principios que, a partir nuestra experiencia junto con más de 20 ciudades intermedias de Brasil, nos parecen esenciales para la implementación de proyectos de desarrollo urbano cuyo fin es la transformación de una ciudad. Como en muchos otros temas es posible que los principios que discutimos no sean los únicos, pero ciertamente son los que – a nuestro juicio – reflejan mejor lo que aprendimos. Se los compartimos abriendo el desafío de perfeccionarlos conjuntamente.