Emprendedor viene de la palabra francesa Entrepreneur, un concepto utilizado para describir a una persona que organiza y opera una o más empresas, asumiendo un nivel de riesgo financiero. Una definición que explica por qué hace unas décadas atrás, el emprendimiento era considerado una actividad temporal, casi especulativa de algunos valientes que apostaban por la independencia laboral.
Hoy en cambio, la mayoría de los diccionarios describe a un emprendedor como un individuo que sabe identificar oportunidades de negocios, darle forma a las ideas y conseguir recursos para llevarlas a buen puerto. Un concepto que más allá de la poesía, sirve para ilustrar por qué las intenciones de emprender en Chile aumentaron de un 8,7% a un 43% en apenas diez años.
Esta es una tendencia al alza que se refleja en datos concretos. Es así como según cifras del “Global Entrepreneurship Monitor” 2014, cerca del 27% de la población adulta del país, entre 18 y 64 años, se considera un emprendedor en etapa inicial. Una cifra que más que triplica el promedio de la OCDE que el año pasado llegó sólo a un 8%. De hecho, según el último estudio Start-up Latinoamérica de este organismo internacional, Chile es el país que ofrece mejores herramientas para el desarrollo del emprendimiento y mayor avance en áreas como financiamiento, presupuesto e innovación.
Sin embargo son varios los desafíos pendientes que como país debemos ser capaces de abordar tanto a nivel público como privado si es que queremos fomentar en mayor medida el emprendimiento. El financiamiento y la capacitación son, en la mayoría de los casos, la piedra de tope a la hora de emprender, sobre todo en la etapa inicial. Más y mejor educación formal en esta materia, así como un apoyo económico concreto que no sólo ayude al “primerizo”, sino también a los que han vivido algún fallo empresarial, podrían ser elementos diferenciadores en las tasas de éxito de emprendimientos sostenibles.
Estos dos desafíos no son ajenos a quienes estamos llamados a apoyar el emprendimiento desde el sector financiero. Estar en las primeras etapas de desarrollo de un emprendimiento es clave para empujar un mejor proyecto, minimizando sus riesgos con mejores posibilidades de financiamiento y asesoría de gestión. En esta relación el éxito surge de la sinergia emprendedor-patrocinador, con los primeros cada vez más dispuestos a explorar y los segundos, al servicio de apoyar y mantener este “ecosistema” virtuoso.
Cada vez son más los que entienden y valoran el emprendimiento como un motor de desarrollo clave de nuestra economía, que requiere sostenerse en el tiempo por los beneficios personales, sociales y de país que el emprendimiento conlleva.
Chile ¿Cuna de emprendedores?. Por Juan Pablo Stefanelli, Gerente de Banco Empresarios Bci