Hasta hace poco, solíamos hablar de América Latina como la región del mundo que más rápido se había urbanizado. Entre 1950 y 2010, la población urbana de la América Latina se multiplicó siete veces, por lo que pasó de 69 millones a 480 millones.
Sin embargo, es China quien ahora encabeza la lista. En este mismo lapso la población urbana de China se multiplicó más de 10 veces, pasando de 65 millones a 700 millones.
Esta rápida urbanización generó importantes beneficios sociales y económicos, pero también un profundo desequilibrio con el medioambiente. No sólo la población urbana consume más recursos naturales que la población rural; sino también suele expandirse sobre tierras rurales. Esto problema se ha exacerbado en los últimos años.
Desde el 2010, la superficie urbanizada de China y de Latinoamérica creció casi cuatro veces más rápido que la población, generando ciudades muy extensas y de baja densidad.
El desafío de la sustentabilidad urbana no es detener la urbanización de la población sino la expansión desmesurada de las ciudades. Para eso, tenemos cinco principios básicos de la planificación urbana:
1. Entender a los servicios urbanos como partes de un circuito integrado
Este circuito es el que debemos optimizar, y no como una simple sumatoria de infraestructura. Por ejemplo, actualizar la zonificación urbana cuando se amplíe la red de transporte pública, ya que mejor comunicación aumenta la demanda de espacio comercial y residencial.
2. Alinear los incentivos económicos con los beneficios ambientales
Esto se logra a través de políticas de incentivos. Por ejemplo, se puede premiar la construcción en áreas ya urbanizadas para promover la reutilización de espacios urbanos. No solo es cuestión de prohibir y multar, sino de promover la ocupación urbana que si queremos.
3. Comprender que la sustentabilidad es incluyente
La sustentabilidad no puede alcanzarse si gran parte de la población está excluida de los servicios urbanos. Es decir, que en tanto un tercio de la población no tenga acceso a servicios básicos, tales como la recolección de basura domiciliaria, ningún programa de reciclado tendrá un verdadero impacto.
4. Incluir a la sociedad civil en la protección del medioambiente
Sin genuina participación de la comunidad en su sentido más amplio no hay plan ambiental que perdure. Cuando los residentes valoran su entorno, lo utilizan y lo cuidan. Si no es así, el costo de mantenimiento es prohibitivo.
5. Fomentar el intercambio de conocimiento entre ciudades
Es crucial que las ciudades intercambien sus experiencias . No se trata de imitar, sino de reconocer que muchos de los desafíos son semejantes, y que es posible aprender de los distintos modos de afrontar los mismos son siempre una enseñanza. Además, a partir de estos intercambios, pueden generarse soluciones más efectivas para algunos problemas que impactan en varias ciudades al mismo tiempo, tales como la polución de ríos o la calidad de las carreteras.
Para entender más de las experiencias de urbanización en China y Latinoamérica les invito a descargar la publicación “Urbanización rápida y desarrollo: Cumbre de China y América Latina“.