La semana pasada fueron noticia las desafortunadas palabras del Sr Nart cuando insistía en TV que la expresión “subnormal” era la más adecuada para referirse a las personas con síndrome de Down. Según el diccionario el término “subnormal” define a las personas “con una capacidad intelectual notablemente inferior a lo normal” ( lo que no especifica, es qué se considera como“normal”) No pretendo disculparlo pero estoy convencido que lo que opina Javier Nart, es lo que mismo que opina mucha gente en este país, porque forma parte de los prejuicios y de la ignorancia de no saber aceptar la diferencia.
Einstein y Mozart son considerados por la humanidad como genios, sin embargo los dos padecían trastornos neurológicos dentro del espectro del autismo. Sin embargo, nadie les llamaba “subnormales”. Eran simplemente, diferentes.
En un buen artículo de Kike Pérez, sobre el autismo dice que el mismísimo Bill Gates muestra una serie de características que muchos podrían interpretar como señales del autismo o síndrome de Asperger. Tiene un movimiento de balanceo continuo cuando está concentrado, una forma de hablar monótona, es distante y suele evitar el contacto visual y en ocasiones se enfada incontrolablemente. Sin embargo su capacidad para liderar empresas tecnológicas es indudable.
Alguna vez he hablado de La casa de Carlota. Aparentemente es un estudio de diseño como cualquier otro porque como todos los estudios de diseño, también diseñan logotipos, etiquetas, envases, páginas web, etc. La gran diferencia es que este estudio está basado en las capacidades especiales de personas con síndrome de Down y autismo que comparten sus ideas con jóvenes estudiantes de diseño. Muchos de sus trabajos están en lineales de supermercados, en la identidad corporativa de muchas empresas, en botellas de vino y recientemente en una caja de bombones de una de las grandes multinacionales de este país.
En la casa de Carlota no hay “subnormales”, ni tan siquiera discapacitados. Los creativos se llaman Joan, Sofía, Carlo, Gabi, María y Quim . Y están allí porque son buenos y son especialistas en hacer cosas que no todo el mundo podría hacer. Gracias a sus capacidades. No a sus discapacidades.
Artículo de José María Batalla en el Blog de 1000friends.
El problema está en las caras. Yo llevo toda la vida soportando los prejuicios por mi apariencia de “retrasado”. De niño y de adulto. Hasta mis padres y mis hermanos se refieren a mí como incapaz o falto de habilidades, que llevado a la sociedad , sería ser subnormal o discapacitado. Ahora nos llaman “neurodivergentes” o personas con diversidad funcional. La tontería compasiva de la inclusión nos sigue estigmatizado porque nos sigue etiquetando , con palabras más amables pero igual de injustas. La palabra da igual , lo que nos condena es nuestra cara, nuestra fisionomía y nuestras expresiones por desgracia. Sin embargo, si nadie viera nuestras caras y nos sentáramos a escribir o hacer lo que sabemos, nadie se percataría de que somos subnormales, incapaces o diversos. Al revés. Los tontos parecerían en muchas ocasiones, los que nos consideran “deficientes”.