Sí, queremos un cambio. No cabe duda que en el transcurso de la última década, los chilenos nos hemos manifestado en reiteradas ocasiones en contra de diferentes proyectos, impulsados en su mayoría por privados, que amenazan la salud del medioambiente. Por ejemplo, nos movilizamos para impedir la instalación de centrales hidroeléctricas en la Patagonia, criticando la inexistencia de una política energética estratégica, exigiendo la implementación de medidas de uso eficiente de energía y el uso de fuentes energéticas alternativas; nos pronunciamos en contra de un proyecto minero en el norte del país, exigiendo la acción inmediata por parte de las autoridades y el resguardo de los recursos naturales. Estos son sólo dos de los casos más emblemáticos que han hecho noticia recientemente y que dan cuenta de una tendencia no sólo a nivel nacional sino global.
Indudablemente la presión ejercida por las comunidades que están siendo o serán directamente afectadas por proyectos que no cumplen con la normativa vigente en materias medioambientales, pero también por la ciudadanía en general, ha impulsado a las instituciones públicas y al Estado a tomar medidas concretas en lo que se refiere a la implementación de protocolos de fiscalización efectivos, la actualización de la política medioambiental y la ejemplar aplicación de sanciones en el caso que fuese necesario. Pero incluso más allá de lo que compete estrictamente a los organismos públicos fiscalizadores y al Estado, la reacción de los ciudadanos y la presión mediática de los casos más emblemáticos, ha impulsado a la empresa a desplegar esfuerzos concretos para demostrar el cumplimiento de los compromisos y obligaciones en lo que refiere a temáticas medioambientales, esto con el objetivo de recuperar su reputación y credibilidad frente al Estado, las comunidades y la ciudadanía en general.
Pero, ¿Qué es él lo que ha provocado este fenómeno? ¿Qué nos ha llevado a tomar este rol activo en la defensa del medioambiente? Es que estamos cansados, es que no queremos más zonas de sacrificio, no queremos más incendios provocados por el mal manejo de la basura en Valparaíso, no queremos que otro pueblo como Caimanes vea amenazado el suministro de agua para sus habitantes, no queremos que más ciudadanos vean amenazada su salud debido a emisiones contaminantes en Puchuncaví, queremos un cambio. Así, como sociedad, debemos ser capaces de mantenernos alertas, de no perder el interés, pero además debemos mantenernos informados, exigir canales de información fluidos, ser capaces de entender y conocer nuestros derechos, necesitamos una ciudadanía informada, un ciudadano que tenga las herramientas necesarias para defenderse a sí mismo y por supuesto a su medioambiente.
Columna: Sí, queremos un cambio. Por Daniela Díaz, Director General de Green Community
