A medida que vaya empeorando el clima, esos servicios se irán haciendo cada vez más imprescindibles.
Muchas organizaciones no gubernamentales y diarios de Brasil han denunciado lo que han dado en llamar la “industria de la sequía”, en la que los grandes terratenientes y sus aliados tienen acceso a fondos de emergencia para hacer mejoras en sus tierras y acrecentar su posición económica, en formas que no tienen absolutamente nada que ver con la situación de emergencia.
Si bien muchos alcaldes y funcionarios de nivel federal sinceramente desean aminorar el sufrimiento, no están exentos de ceder a la tentación de manipular su acceso a dinero y bienes para obtener beneficios políticos. Cuando se produce una sequía, un alcalde debe solicitar una declaración formal del estado de sequía por parte del gobernador, quien a su vez dirige una solicitud de ayuda al Ministerio de Integración Nacional, de nivel federal, el cual puede declarar una situación de emergencia o calamidad pública por un plazo de hasta 180 días y autorizar la distribución de dinero y otros recursos.
Pero el proceso de declarar esos estados de emergencia no es objetivamente riguroso ni está definido claramente por criterios como la cantidad de lluvia o el nivel de humedad del suelo. Siempre existe la posibilidad de interferencias partidistas. De hecho, en los municipios cuyo alcalde era miembro del partido del presidente y por ende probablemente tenía contactos políticos estrechos de alto nivel, las probabilidades de obtener una declaración de sequía durante los dos años previos a las elecciones municipales de 2004 y 2008 aumentaron, en promedio, en 4%. A su vez, eso hizo mejorar las probabilidades de reelección del alcalde en aproximadamente 3%, a medida que comenzó a fluir el dinero.
A la fecha, es relativamente escasa la labor investigativa que se ha llevado a cabo sobre las repercusiones políticas del cambio climático. Pero esto está comenzando a cambiar. “Las políticas a la intemperie: sequías, partidos y resultados electorales” (“Politics under the Weather: Droughts, parties and Electoral Outcomes”), (Bastos y Miller, 2014) aborda el impacto del desembolso de fondos de asistencia por sequía en Brasil. Toma en cuenta de qué manera la afiliación a un partido político incide en la probabilidad de recibir fondos de emergencia y en qué forma la entrega de dichos fondos afecta las perspectivas de que los alcaldes busquen la reelección.
Los resultados dan motivo para detenerse y pensar. Sugieren que los factores partidistas pueden tener una influencia real a la hora de decidir quién recibe ayuda de emergencia. Además, demuestran que recibir dicha asistencia puede conferirle a un alcalde en funciones una ventaja real e incluso, en algunos casos, llegar a determinar el resultado de una elección.
La investigación del BID sugiere que los votantes agradecidos premian a los alcaldes capaces de dar socorro en momentos de apuro, del mismo modo que le dan la espalda a los alcaldes que luzcan inútiles o insensibles a su sufrimiento. Y también plantea la idea de que, dado que una declaración de sequía, con los beneficios que trae aparejados, no viene determinada por factores claramente objetivos, hay demasiado espacio de maniobra para aprovecharse del sistema, de modo que los integrantes del partido de gobierno se pueden ver favorecidos en sus intentos de reelección en formas que podrían considerarse clientelares.
¿Qué se puede hacer?
En una primera instancia, se puede afinar el proceso de evaluación para declarar una sequía, de tal manera que los recursos fluyan hacia las regiones más afectadas y no hacia los líderes con los mejores contactos políticos. También se debería mejorar los mecanismos de supervisión del financiamiento y la realización de las elecciones, para tener la seguridad de que los beneficiarios de los fondos de emergencia efectivamente sean los más afectados y necesitados, y no quienes más contribuyan a las iniciativas de reelección de los alcaldes.
El cambio climático viene seguro. Brasil, al igual que el resto del mundo, va a tener que hacer frente a efectos del cambio climático en sus costas y en su interior sin precedentes. El desafío radica en abordar esas amenazas en formas que no sólo brinden a la ciudadanía seguridad física, sino que también fortalezcan sus instituciones políticas.
Esta columna fue originalmente publicada en el blog Ideas que Cuentan del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).