El nexo entre la salud, el acceso al agua y el saneamiento básico es evidente. Según el Banco Mundial aproximadamente 220 millones de personas en países en desarrollo carecen de una fuente de agua potable cercana a sus hogares.
En paralelo, Unicef reportó en 2013 que más de 340.000 niños menores de 5 años murieron a causa de enfermedades asociadas a la diarrea, por falta de agua potable, saneamiento e higiene básica.
Si bien en el mundo los índices de desarrollo toman elementos como el acceso a la educación, el empleo o la nutrición sana, lo cierto es que en muchas regiones de América Latina existen grupos sociales que aún conviven con agua no potable y que no alcanzan niveles básicos de saneamiento, lo cual no solo pone en riesgo sus vidas sino que evidencia una brecha aún más grande de superación de pobreza extrema en la Región.
El desafío no está solo en la disponibilidad de infraestructura para el saneamiento básico. La educación y cambio de hábitos en pobladores que, por sus condiciones, aún no reconocen el valor de consumir agua potable pueden convertirse en un asunto vital.
La educación como herramienta de cambio
Incluso los ejercicios en los que la población pueda evidenciar la diferencia en sabor, imagen, color, entre el agua potable de aquella que no es apta para el consumo, pueden movilizar la exigencia de sus derechos, disminuir las cifras de mortalidad infantil y generar políticas públicas encaminadas a prevenir futuras muertes.
Iniciativas que previenen muertes
Haga clic en la imagen para ver el video.En este escenario, el programa global Agua Limpia para los Niños (Children’s Safe Drinking Water, CSDW) de P&G en alianza con la Fundación Clinton es una iniciativa que ha llevado un mecanismo para hacer potable el agua a comunidades de todo el mundo.
Desde su inicio, más de 6 billones de litros de agua se han purificado a través de esta campaña, evitando con ello más de 300 millones de casos de enfermedades asociadas a diarreas y al consumo de agua no tratada.
La iniciativa está presente en 70 países en donde trabajan con el apoyo de escuelas, ONGs e instituciones de intervención y cooperación local. Se espera con este Programa que para el 2020 se salve una vida humana cada hora, gracias al consumo en condiciones aptas para la salud.