La Responsabilidad Social en la Cadena de Suministro. Por Pablo del Arco Fernández. Consultor senior de Sustentabilidad y Cambio Climático de PwC Chile
En una economía globalizada, la meta de reducir los costos de aprovisionamiento, ha llevado a las compañías a buscar en el contexto internacional aquellos proveedores que pudiesen satisfacer sus necesidades. Por ello, las empresas cuentan cada vez con cadenas de suministro más complejas, lo que por otra parte incrementa sus riesgos, al ir perdiendo control sobre las condiciones sociales, ambientales y de gobierno (ESG) que se dan hasta que los insumos llegan a sus operaciones.
Partamos por una breve referencia al cambio en la visión de la Responsabilidad Social (RS) que se está dando en las compañías, donde desde un enfoque reactivo centrado en la mitigación de impactos, se está evolucionado a una perspectiva estratégica, de gestión de riesgos y potenciación de oportunidades, integrándola en la hoja de ruta de la empresa. No es menor para el tema que nos ocupa, ya que asociado a este cambio, la gestión de sustentabilidad en la cadena de suministro adquiere cada vez mayor importancia.
Entre los beneficios de la RS para las compañías se encuentran la reducción de los costos operacionales, producto por ejemplo de inversiones en eficiencia energética, así como el aumento de la productividad, entre otros factores por un mejor clima laboral. Trasladando el desempeño en RS a nuestros proveedores y a través de ellos sucesivamente a la cadena “aguas arriba”, nos encontramos con que las ventajas se extienden a nosotros, al igual que ocurría con los riesgos producto de malas prácticas en aspectos ESG. Se trata de una muestra más de que la RS no está reñida con el beneficio económico, argumento esencial para convencer hasta aquellos “tomadores de decisión” más reticentes.
La presencia del tema sobre la mesa de los gerentes de las compañías es recurrente, y en el caso de pasar a la acción puede ser abordado mediante la exclusión del proveedor si no cumple determinados criterios, o el trabajo en conjunto para potenciar las prácticas de sustentabilidad, entre otras medidas. En un reciente estudio de PwC y el MIT Forum for Supply Chain Innovation a 209 compañías con operaciones de alcance internacional1, el 40% reconocía haber desarrollado mecanismos de gestión de riesgos en su cadena de suministro, y un 60% de las consultadas declaraba haber sufrido descensos de un 3% o más del valor de indicadores de desempeño como resultado de incidentes en la misma.
Incidentes como el derrumbe de los talleres textiles del Rana Plaza en Bangladesh en 2013, o el reciente descubrimiento este año de trabajo esclavo en la pesca y manufactura de marisco en Tailandia (The Guardian, 2014), van conformando una memoria colectiva de falta de control de las grandes compañías obre sus proveedores. Ante la dificultad de establecer regulaciones internacionales vinculantes, cobran aún mayor relevancia las diferentes iniciativas voluntarias existentes a nivel global y sectorial.
Cabe destacar el papel de Naciones Unidas, que establece como objetivo de la cadena de suministro responsable: “crear, proteger y cultivar el medio ambiente a largo plazo, el valor social y económico para todas las partes interesadas que participan en llevar productos y servicios al mercado” (Pacto Mundial, 2010). Desde la Organización, se plantea una hoja de ruta para la aproximación de las compañías a sus proveedores, que comienza con el establecimiento de expectativas de cumplimiento, por ejemplo mediante el desarrollo de un código de conducta que les aplique, avanza con la auditoría del desempeño, y culmina en un trabajo conjunto de rehabilitación de las posibles fallas, creación de capacidades e incluso establecimiento de sistemas de gestión2.
Como vemos, las empresas pueden contribuir al desarrollo sostenible no sólo a través de la adopción de prácticas en sus operaciones, sino también mediante el trabajo con su cadena de suministro. El trabajo con los proveedores permite reducir los riesgos para la compañía y aumentar los beneficios desde el punto de vista de la mitigación de impactos y maximización de la eficiencia, pero además contribuye a que se extiendan la implementación de prácticas sustentables. De este modo, tanto grandes proveedores como pymes irán interiorizando las ventajas que aporta la adopción de prácticas de responsabilidad social, y ello se trasladará además a una mejora en el desarrollo socioeconómico de las comunidades en las que se encuentran insertas. Estos son los objetivos, y como bien recoge una célebre frase “el movimiento se demuestra andando” (Diógenes de Sinope).
Referencias:
1PwC and the MIT Forum for Supply Chain Innovation. Making the right risk decisions to strengthen operations performance. PwC (2013).
2Administración Responsable de la Cadena de Suministro. Pacto Mundial: Centro Regional de Apoyo para América Latina y el Caribe, Colombia (2014).
Fuente: Pacto Global