Fina moda hecha de bolsas de plástico usadas

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0,,16626292_303,00Una iniciativa para mujeres combina la protección medioambiental con el empoderamiento de las mujeres en Burkina Faso, creando moda de bolsas de plástico usadas. El sueldo les permite mejorar sus condiciones de vida.

Fuente: Deutsche Welle

Autora: Laura Hennemann / CS
Editor: Emilia Rojas Sasse

Mary Robinson lo dijo en serio: “Tenemos que cambiar la forma en que hablamos sobre el cambio climático”, señaló la ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Sudáfrica en noviembre de 2012. Robinson tiene una idea muy clara: “Cuando se trata del cambio climático, tenemos que poner al ser humano en el centro de nuestra atención, y esto significa que las mujeres tienen que estar en el centro de la discusión y la acción”.

Durante mucho tiempo, la ayuda al desarrollo fue destinada principalmente a los hombres, por ser considerados los administradores de los ingresos familiares. Sin embargo, solamente hace pocos años quedó claro que esto fue un error. Hoy, las agencias de ayuda están cambiando su enfoque. Las Naciones Unidas calculan que el 70 por ciento de las personas más pobres en el mundo son mujeres. Por otro lado, los estudios demuestran que cuando las mujeres tienen ingresos propios, por lo menos el 80 por ciento de éstos son invertidos en lograr un futuro mejor para las mujeres, sus hijos y su comunidad.

Los residuos de plástico son fáciles de encontrar en África.

Las mujeres siguen siendo las principales responsables de los hijos. Este es uno de los principales argumentos con el que se sostiene la idea de que las mujeres están más preocupadas por el futuro de la tierra. “Creo que las mujeres son más creativas cuando se trata de encontrar soluciones a los grandes problemas”, dijo la presidente de WWF, Yolanda Kakabadse, en la Conferencia Río +20, en junio de 2012.

Las mujeres son más responsables

De ahí que, hoy en día, muchas personas en los países industrializados prefieren dar sus donaciones a las mujeres. En Kiva, una plataforma de microcréditos por Internet, el acreditante puede decidir si le presta dinero a hombres o a mujeres. “Generalmente, las solicitudes de préstamo de las mujeres son procesadas mucho más rápido que las de los hombres”, observa Jason Riggs, portavoz de Kiva. “En Kiva, la tasa de devolución de préstamos alcanza el 98 por ciento. Y el 80 por ciento de los beneficiados por estos préstamos son mujeres. Esto demuestra que las mujeres definitivamente son prestatarios más responsables”.

Estudios científicos confirman esta afirmación. Un estudio realizado en 2011, descubrió que las mujeres saben sacarle más provecho a los microcréditos y la probabilidad de que paguen el préstamo es mucho mayor. El estudio evaluó los datos de 350 instituciones microfinancieras en 70 países, y corroboró lo encontrado en un estudio anterior realizado en 2009, que demostró que la concesión de microcréditos a mujeres contribuye realmente a fortalecer sus derechos.

Las mujeres en GAFREH lavan minuciosamente las bolsas plásticas recogidas de la calle.

Sin duda, esto está relacionado con el hecho de que las mujeres forman grupos de prestatarias, y se apoyan mutuamente. Este es el segundo pilar junto a la ayuda del exterior: las mujeres en los países en desarrollo unen sus fuerzas y toman la iniciativa.

GAFREH es uno de esos grupos de mujeres: el “Groupe d’Action des Femmes pour la Relance Economique du Houet” es una iniciativa de la provincia francófona Houet Burkina Faso. El proyecto que da más orgullo al grupo es un centro de reciclaje de bolsas de plástico. El centro se encuentra en Bobo-Dioulasso, la segunda ciudad más grande del país. El proyecto da trabajo, genera ingresos, y elevar la autoestima a muchas mujeres. Las piezas que ellas producen no tienen nada que envidiar a otras prendas: es moda contemporánea.

De las calles a las boutiques

El proyecto de reciclaje de bolsas plásticas fue fundado el 4 de marzo de 2003, con solamente seis mujeres empleadas a tiempo completo. A finales de 2003 ya trabajaban en él 18 mujeres, y hoy ya son 85.

Ellas lavan a fondo las bolsas plásticas recogidas y luego cortan las láminas en tiras finas. Finalmente, en un telar, estos hilos de plástico se convierten en una especie de tela firme. Esta tela es apta para hacer carteras. La otra opción es tejer o hacer crochet con los hilos. Casi siempre, las mujeres trabajan al aire libre sentadas en el patio del centro. Hábilmente hacen fruteros coloridos de crochet o pendientes en forma de gotas de color rosa. Sin embargo, la ropa tejida es la que tiene un toque muy fino, como por ejemplo, un conjunto de una falda negra estrecha con su blazer, las telas con estampados clásicos y coloridos y bolsas de mano en las formas clásicas. El negro domina en los diseños por la sencilla razón de que en Burkina Faso las bolsas de plástico son negras.

Las bolsas plásticas lavadas se secan al aire libre en el patio principal del Centro de Reciclaje.

Las mujeres encuentran materia prima en abundancia en las calles de Burkina Faso ya que allí no faltan los residuos plásticos. En el 2010, las mujeres procesaron aproximadamente 14 toneladas de bolsas plásticas. “Y podríamos hacer mucho más si vendiéramos más”, dijo Khady Traoré, la secretaria del centro de reciclaje. El centro tiene su propia tienda pero la mayoría de las piezas van a Europa y los EE.UU. Los pedidos llegan por correo electrónico. Algunas organizaciones compran los productos y los venden en Francia, Austria o Alemania.

Khady también confirma lo que Mary Robinson y otras visionarias ya dijeron: las mujeres son las primeras en sufrir las consecuencias de la destrucción del medio ambiente. “Por ejemplo, la deforestación les afecta porque ocasiona una escasez de madera para el fuego de sus cocinas”, explica la secretaria. De ahí la sensibilidad de las mujeres sobre el tema y la gran motivación que tienen para trabajar.

La miseria de antes es ahora solamente un “mal recuerdo”

Una motivación importante es tener un ingreso propio: “Antes de que existiera el centro de reciclaje”, dice una empleada que pidió no ser identificada, “la mayoría de nosotros no hacía nada y vivía en la miseria. Gracias al centro, ahora puedo alimentar a mi familia. De lo contrario, algunos días no habría nada para comer en casa”.

A las mujeres se les paga por pieza. En promedio, ganan 24.000 francos CFA (moneda común de 14 países africanos) por semana, el equivalente a unos 37 euros. Este ingreso es suficiente para las mujeres y alcanza para mejorar sus condiciones de vida. “Ahora tengo para la electricidad que antes no teníamos, puedo vestir bien a mis hijos, y puedo darles pequeños regalos”. “Incluso, me alcanza para ahorrar un poquito”, dice otra mujer. Y una tercera añade: “Antes de que encontrara trabajo, mis hijos fueron expulsados ​​de la escuela porque no podíamos pagar las cuotas escolares. Desde que tengo este empleo en el centro de reciclaje, eso ya es solamente un mal recuerdo”.

Las mujeres cortan las bolsas plásticas en tiras que sirven para tejer finas telas.

El reciclaje de bolsas de plástico es el proyecto estrella de GAFREH. Sin embargo, no es lo único que hace la asociación. En general, es una organización que agrupa a 117 iniciativas con más de 5.000 mujeres. Algunas producen jabones, otras colorantes, y otras se especializan en restauraciones. Si es necesario, GAFREH incluso tramita los microcréditos para sus miembros. Quien otorga el préstamo puede estar seguro que estas mujeres sabrán utilizar el dinero de manera responsable. Mediante GAFREH ellas pueden intercambiar ideas y poner en práctica nuevas iniciativas. Se dan también cursos de alfabetización para mujeres. Además, la asociación les da la opción de participar en seminarios de planificación familiar.

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